lunes, 28 de abril de 2014

Tercera clase

Los alumnos, que son profesores, llegan lento. Empezamos 15 min pasadas las 4 para tener un numero considerable. El propósito de respetar los tiempos está débil aun..

Dos personas habían hecho llegar sus tareas; dos más las tenían ahí, en la clase. El resto decía haber hecho la tarea pensando en las preguntas y sus respuestas. Siento algo de decepción. Ellos aún no se embarcan en la aventura, desconfían, no entienden para donde vamos. Todo ello emergerá en esta sesión.

Carmen Pinto
Cambiamos el estado de ánimo. Carmen guiará un ejercicio corporal para tomar conciencia del cuerpo.  Todos figuraremos caminando desordenadamente por la sala, sintiendo nuestros cuerpos en movimiento. Más tarde, en este mismo caminar, nos detendremos frente a otro e improvisaremos un breve saludo y reconocimiento; luego seguiremos hasta encontrar a otro a quien saludar. Terminaremos caminando por todos lados, como si fuéramos a un trámite bancario atrasados. Así, acompañado por una adecuada música, vamos  cambiando de ritmo en ese caminar y viendo cómo éste determina un estado de ánimo, una forma diferente de estar con el otro y de percibirse a si mismo.
Y luego a sentarse, esta vez en el gran círculo que quedó para abrir el espacio para el ejercicio.

Gabriel, yo, procedo a "recoger" las reflexiones en torno a las preguntas de tarea. Primero leo mi extracción de las dos tareas (Carolina Arancibia y Pamela Salinas) que recibí:

Los haceres: traspaso conocimientos, expongo, a veces uso el juego para estimular el aprendizaje, facilito ejercicios prácticos; la experimentación, el error, que no le teman, enseño valores; docentes decentes, despertar intereses, por leer, por reflexionar, comprometida con los alumnos y sus resultados, estudio para mejor enseñar, preparo clases, lucho con la desmotivación, busco cercanía con los alumnos; hablamos en clases de sus temas personales, estoy muy presente, atenta, toda la clase, estimulo la participación; hago preguntas, a veces hablo demasiado, ejercito la paciencia, discurro como sacarlos de la flojera, la falta de curiosidad; NO ESTUDIAN, trato de evitar el método del "garrote o la zanahoria", trato de cumplir las NORMAS de la institución donde trabajo, llegamos puntualmente a clases, igual ando bastante en la frustración.

Profesor, porqué? Era una líder y eso me llevó a ser profesor, la inquietud intelectual, el gusto por leer y estudiar, no podía aceptar que la gente no entendiera lo que lee; me puse ese desafío en la vida, aparte quería traspasar mi convicción de que el lenguaje está vivo, me siento feliz en la sala de clases, quise ser el profesor que no fueron conmigo, tengo una alta valoración por el oficio de profesor.

Y luego converso con los que van levantando la mano, que no paran. Escucho y aprendo. La sala de clases es un espacio vivo, un lugar de interacción humana, altamente vivificante para los profesores que lo dicen, donde sienten que lo mejor de su "ser profesor" ocurre. Una experiencia que además ha sufrido, o se ha visto beneficiada, de constantes cambios, cambios que no ocurren fuera de la persona del profesor, sino cambios que los afectan por dentro.

El profesor necesita una pauta de ruta clara; origen, pasos, etapas a seguir y lo más importante, un destino, el objetivo a lograr. Además medible. Sienten que este curso, no cumple. El objetivo es explorar una pregunta ¿cómo pensamos que va a ser el profesor del futuro? Esta situación pone a varios, muy incómodos.
Además esto de pasar de profesor a maestro ... Algunos indican que ellos se lo pasan conversando de estas cosas y para peor, los alumnos, al pasar, les dicen "maestro". Entonces, ya han recorrido el camino al que los invitamos?

Otro aspecto que rescato, es el del profesor o profesora, que se siente arriba del escenario, en una obra de teatro, donde ellos son actores relevantes. Donde muchos lo pasan muy bien, ejercen, pienso, un cierto poder, un cierto protagonismo.

Mas allá está el profesor que vive la experiencia como de un viaje, una travesía en un barco de esos a vela, me lo imaginé mientras hablaba, donde a veces incluso los tripulantes se pueden amotinar. La experiencia es la de una aventura emocionante.

Después de haber puesto el ser del profesor, mas que el hacer de él, en el centro de la mirada, otra profesora puso el amor, también como un aspecto central de la relación.

Me pregunto cuando escribo estas líneas, cuanto de todo esto es real, con que frecuencia están en estas emociones, en estas situaciones, y cuanto es una ensoñación, un norte al que están mirando mientras trabajan o ejecutan su oficio de profesor.
Hay un profesor en la sala, que está pronto a jubilar, sobre los 70, que nos muestra la disposición a aprender permanente, del espíritu del profesor, que podría estar en la categoría del maestro que hemos puesto en nuestro norte y que saca aplausos generales de la sala, en forma espontanea. Hay buenos profesores en la sala, está visto.

Luego entrará Andrés Wiche a desplegar sus estímulos para la audiencia. Instala esta inquietud de que estamos educando para un mundo desconocido, que hoy más que nunca lo podemos afirmar, porque ya este mundo era impensable para nuestros abuelos e incluso padres. (Andrés tiene un escrito sobre esta materia; ver abajo en referencias) Qué tenemos que enseñar, es la pregunta. ¿Con qué equipamos a  nuestros alumnos?

Vemos el mundo de una cierta manera, dirá Andrés. Quiere producir un sacudón, a ver si desprende, se suelta, esta manera de ver "el mundo real que está ahí". No existe tal cosa, dirá Andrés, lo que existe son observadores particulares en cada uno de nosotros.
Ilustra la idea con una imagen en la pizarra e invita a la audiencia a decir lo que ven. Todos ven a cuatro personas en una pieza con una ventana.
Pero logra, a mi parecer, mostrar como esto es visto por otra gente, con otro tipo de vida que nosotros, que eso es otoño, porque el árbol no tiene hojas y va la madre con los enseres de la casa en la cabeza en su migración anual.
Creemos que lo que vemos ES; pero no es así. Producimos lo que vemos desde el observador que somos.

Más adelante Andrés hará un viraje en que dice que el primer ministro osó decir que contrataría un profesor, para aprender la tecnología que hoy todos los niños aprender sin profesores.
No, esto no fue tolerable. Saltó un profesor diciendo que esto era una franca desvalorización del profesor; protesto!

Bien, estamos tocando nervio pensé. La relación entre estos facilitadores y los profesores, está tomando vida. Lo que hay está emergiendo.

Los niños aprenden sin profesores ... en Internet, con tanto tutorial que hay ... pero es que el profesor, guía, emociona con, inspira, eso no se puede perder.

Andrés pone el punto en el modelo interpretativo. Estamos inmersos en un paradigma en donde el premio gordo es "tener la razón". Y eso, conectado con el ver el mundo como si fuera como yo lo veo, nos pone en "discusiones" de nunca acabar, pues nadie es capaz de ceder, salvo cuando siendo derrotado, terminamos con frases como "tenís razón", "tenís toda la razón" e incluso "tenís toda la razón del mundo".

Andrés invita a salir de ahí y acoger que el mundo que vemos es así desde el observador que somos. Y desde ahí podemos "dialogar" con otros, intercambiando miradas, ojos antiguamente, y con ello buscar enriquecer nuestras miradas, sin pretender que el otro mire con mis ojos.

Andrés invita a pararnos en una interpretación, en que mi interpretación del mundo se sustenta en mis creencias, nada mas. Yo creo que creo, remata Wiche. Y así pasamos de las discusiones al diálogo.

Y nos invita a educar, según sus creencias, de manera que nuestros alumnos sean la mejor versión de si mismo que puedan ser; no otra cosa. Y lo mismo para los profesores presentes. Seamos los mejores nosotros mismos que podamos ser.

Carmen cierra la sesión invitando a que los grupos se reúnan y trabajen de tarea los temas especificados en la nueva lengüeta Tareas.

Vemos al final el video ¿te atreves a soñar?


Referencias:
Educando para un mundo desconocido, por Andrés Wiche

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