lunes, 28 de abril de 2014

De profesor a maestro integral

Tal es el nombre de un seminario ofrecido a todos los profesores de la Facultad de Educación de la Universidad Mayor, basado en la intuición de que el modelo educativo ha de ser profundamente transformado para que pueda satisfacer las necesidades de los individuos y sociedades del futuro inmediato.
Y como los encargados de hacer realidad ese modelo en el aula son los profesores, entonces el proceso de transformación pasa por ellos, por sus maestros, por quienes le dan el soporte en las distintas áreas y dominios de este complejo mundo.

La tercera clase fue extraordinaria, pues en ella han empezado a asomar las resistencias. Como dice un viejo refrán: "Todos quieren ir al cielo, pero nadie quiere morir". Y, en el paradojal modo de  enseñanza atribuido a Jesús: "el que quiera salvar su vida la perderá; y quien la pierda, la ganará".

La educación es uno de los temas, creo, al que más pensamiento se le ha dedicado y se le dedica en el presente. Es un modelo cognitivo, se basa principalmente en la racionalidad, se piensa y corrige a sí mismo desde la racionalidad.

La tarea de los facilitadores del seminario es proponer una ampliación más compleja de la experiencia humana, que incluye, además de la racionalidad, al propio cuerpo y a las emociones. Su objetivo, en esta etapa del proceso, es hacer visibles los procesos emocionales y corporales que acompañan e interactúan con el aspecto lingüístico, racional. De cómo el lenguaje, más que dar cuenta de la realidad, la está creando momento a momento y, a partir de ahí, abrir la posibilidad de percibir enormes oportunidades, hasta ahora ocultas, para transformarlo todo.

Los participantes de este seminario, personas fantásticas que han abrazado la vocación de formar a formadores, han reaccionado de diversas maneras. Algunos callan, probablemente buscando entender de qué se trata este evento poco convencional. Otros lo fustigan desde el modelo en el que están acostumbrados a desenvolverse. Ambas reacciones son extraordinariamente positivas, en la medida en que quienes las detentan las puedan observar y preguntarse desde qué experiencia emocional surge su respuesta. Esa es la verdadera materia de este curso: hacerse conciente de las estrategias adquiridas a lo largo de la vida, casi desde el mismo inicio, de los incidentes vitales que las provocaron y de cómo ellas constituyen una zona cómoda de la que cuesta deshacerse, dado nuestro universal apego a las certidumbres.

La propuesta es que navegamos por vida con mapas que nos fueron entregados por la gente en que confiamos, con parches y enmiendas añadidas en el devenir de la vida. Que esos mapas no han sido sometidos a ningún escrutinio racional pero, al ser lo único con lo que contamos, nos aferramos a ellos como si representaran cabalmente la realidad de los territorios por los que nos desplazamos, incluyendo a nosotros mismos. Estos mapas tienen la forma de un relato, una historia, porque vivimos en mundo explicados lingüísticamente y los sellamos en plena autoridad con frases como "así es la vida", "así soy yo".

Cada frase iniciada con un "yo soy" es una relato interpretativo de uno mismo. Procede de fuentes lejanas una vez llenas de autoridad (padres, hermanos mayores, profesores) y de conclusiones propias obtenidas de la observación de nuestras respuestas en episodios particularmente fuertes de la experiencia del vivir.

Descubrir esos mapas, que no son sabiduría más que en el sentido de que pueden ser mapas compartidos al interior de una cultura o sub-cultura, tanto del mundo como del yo que observa e interactúa con el mundo, es la fuente de la transformación.


Una reflexión adicional acerca de la transformación. Estamos usando el término buscando una clara diferenciación con cambio. Por cambio entendemos todas modificación conductual acontecida al interior de un paradigma o creencia. Transformación, por su parte, es un reemplazo de creencia o paradigma, que tiene por consecuencia la visualización de un conjunto de conductas invisibles o imposibles desde el paradigma anterior. Por ejemplo, si digo "yo soy tímido", todas las acciones relacionadas con la valentía, el coraje, el riesgo, aparecen como apenas visibles y casi siempre imposibles. La transformación consiste en darse cuenta de ese relato, esa creencia, de cómo ella fue adquirida y para qué, de cómo ella ha seguido operando a lo largo de nuestra vida (cuando ya no era más necesaria - no como única opción, al menos) constituyéndose a menudo en un lastre que resta posibilidades para nuestra propia realización. Es darse cuenta de cómo reaccionamos corporal y emocionalmente ante la sola idea de remplazar el viejo relato por uno nuevo. Es vencer las propias resistencias y hacerlo de todos modos hasta que, como era usual en nuestra infancia, el nuevo comportamiento era manejado con la soltura y relajación de una zona cómodo cada vez más amplia.

Responder honestamente a la pregunta "¿Cuándo fue la ultima vez que hiciste algo por primera vez?" probablemente nos lleve a darnos cuenta de cómo la flexibilidad infantil se fue rigidizando en el tiempo.

En la tercera sesión hubo de todo: silencios cautelosos, resistencia activa y, al final, una participante que vio claramente una creencia limitante. Vi empañarse sus ojos cuando eso ocurrió y, un minuto después vi en su mirada el brillo de las nuevas posibilidades. No es la primera vez que lo veo, pero cada vez que ocurre, me invade un profundo sentimiento de gratitud.

La metáfora que más sentido me hace para todo este emprendimiento es la clásica "Travesía de los Héroes", motivo clásico de la literatura que no hace más que representar la infatigable búsqueda humana por el sentido y el significado de la propia vida. El resultado final del viaje es la transformación del héroe. Y ella redunda en la transformación de su mundo.

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