Dos días antes, Ed Grasty nos citaba para comunicarnos, que el taller se había dado por terminado, por una decisión ejecutiva, después de analizar la evaluación de los alumnos, que había sido pésima, lapidaria.
Tuvimos esa reunión, donde Adrian Pereira nos dio los detalles y ratificó las decisiones.
Nosotros, dolidos, nos reunimos a planear nuestra quizás, última sesión.
Llegamos a la sala de clases, un poco más nerviosos. La sala estaba organizada con las sillas en U en dos filas. Deben haber habido, al final de cuentas, sobre 30 profesores-alumnos presentes.
Andrés movió un escritorio al centro y abrió la sesión. Se declaró único y total responsable del fracaso. Explicó de donde se explicaba este hecho. Extranjero desde los dos años, argentino. Con un hermano mayor, que apareció más tarde, frente al cual su padre lo apuntaba a él como ejemplo, dio pie a zarandeos frecuentes del hermano. Optó por el retraimiento, la lectura voraz y el intelecto. Se hizo retraído, distante e incluso medio agachado.
El resultado de este taller, más de lo mismo nomas; es su vida.
Soy yo el responsable, así que hoy quiero de una vez por todas, escucharlos, y sean todo lo crudos que puedan ser.
Y empezó la maravilla; aunque su exposición para mi ya había sido maravillosa.
Tome notas, de las que pongo aquí algunas. Hablaron muchos y muchas.
- Lo que aquí pasó, no es solo responsabilidad de ustedes, es responsabilidad de todos
- Yo me siento responsable también de lo que aquí pasó
- Nunca me sentí ofendida por algo que dijeran los facilitadores
- Esto que ha pasado aquí es una muestra de lo que pasa en el país
- Esto que pasa aquí, no pasa solo en Chile, pasa en todos los países
- Pido disculpas
- Esta no es una clase convencional
- Muy pocas personas, profesores-alumnos, comentaron, hicieron tareas
- La expectativa era alta, muy alta. Sigo expectante
- Aquí hay gente invitada y personas obligadas a venir
- El que ninguno de los facilitadores sea profesor, puede que a algunos les haya molestado
- Los profesores-facilitadores no lograron motivarlos
- Los profesores-alumnos se comportaron como alumnos
- Yo no me siento responsable de lo que aquí pasó
- No exijo que sean profesores los facilitadores
- No me he sentido atacada
- Me han molestado comentarios
- Hemos sido alumnos pasivos
- Está bien, expandir la mirada, pero faltó el paso a paso bien planteado, la metodología
- No han facilitado, ninguna transformación
- Ya sabemos lo que es el profesor integral, pero no hemos tenido tiempo para propagarlo
- Estamos muy enfocados en los estándares y andamos más bien detrás del cómo
- Yo ya estoy en el abismo
- Faltó intención, de parte de los profesores-alumnos
- No se adonde voy
- Estamos aquí porque estamos comprometidos con algo
- Lo sabemos todo y lo tenemos claro
- Quien soy, lo se; soy abuela, por ejemplo
- Necesito ayudas concretas
- Qué difícil es hacerle clase a profesores
- El cambio requiere tiempo, más tiempo
- Estamos acosados por el tiempo; no tenemos tiempo
- Gracias por la valentía
- Estamos aprendiendo
- Faltó cercanía
- A mi no me abruma la falta de claridad del objetivo.
Andrés, en algún momento del recibir comentarios de los alumnos-profesores, apunta a esta canción de Mercedes Sosa, que terminamos escuchando (gracias a tener Internet a la mano):
Andrés hizo muchas intervenciones en reacción a comentarios, sin nunca salirse de su posición de escucha atenta, humilde.
A mi me fue quedando claro que más que enseñar comos o metodologías, queríamos llegar al Ser, al Ser del profesor, pues es ahí donde necesitamos hacer la intervención.
Pero el profesor, está muy firme en su rol, en sus saberes. no será nada de fácil entrarle ahí.
No vinimos a pasar materia, vinimos a encender una hoguera, en un material vivo.
Vinimos en serio a hacerlo; comprometidos, entusiasmados, apasionados.
Pero la leña estaba mojada y cuando acercábamos el fósforo, se alejaban, se quedaban callados.
Nunca hicieron las tareas, nunca las publicaron en el blog. Quizás ahí nos equivocamos. El blog puede ser visto como una tremenda amenaza de exposición; pero no lo dijeron tampoco. Hoy lo sospecho.
No fuimos capaces de encender la hoguera; ni una llamita siquiera; por eso se nos condena y se nos echa fuera.
La Carmen salió adelante y se expresó, más desde su enojo, desde su dolor de no haber visto la mínima disposición necesaria para avanzar, para trabajar, para jugársela. Y desde ahí nos juzgan. Estaba muy enojada y generó algunas reacciones de defensa, ataque incluso. Ella fue esa parte nuestra, nuestra parte herida, enojada.
Habló también del baile que es en definitiva la clase y para bailar dijo "
it take two for tango". Y no quisieron bailar.
Yo, pasada la hora, agradecí todo lo que habíamos aprendido, todo lo que yo estaba aprendiendo. Agradecí la lección a mi arrogancia, que reconozco, con esto de rajarme.
Dije que lo que había pasado me lo esperaba, especialmente con un público obligado a estar ahí. Me esperaba la resistencia, una fuerte resistencia, el resentimiento histórico de los profesores, su malestar con todo, el juicio público, la crisis de la educación, etc.
Lo que no esperaba, y de lo cual me sentía muy frustrado, es que la institución, nos quitara el piso y decidieran dar por terminado el taller. Eso no me lo esperaba. Y le pedí a Francia, ahí presente, Directora de pre-grado, que esa decisión, la revisaran. Mi frustración es con los que tomaron la decisión de cortar el curso, el taller.
Esta sesión ya había sido la mejor sesión que habíamos tenido y nos había puesto de otra manera. Yo la veo como parte del proceso que tenía que pasar.
Si de lo que se trata todo esto, es de responder a la pregunta ¿cómo va a ser el profesor del futuro, si no va a pasar materia, porque todos los contenidos estarán en la nube?
La pegunta es tremenda, muy difícil, y nadie la ha contestado aún.
Y la respuesta no la traemos nosotros, los facilitadores, pretendemos que salga de ustedes.
Y lo otro de lo que terminé de caer en cuenta, es que los miedos no son todos los vistos anteriormente, sino que también hay miedos internos, miedos de aparecer con lo que piensan entre los mismos profesores. Se tienen miedos entre ellos y miedo a las jefaturas. Con eso también tenemos, tienen, que hacer algo.
Y al ver esos miedos vimos llamitas encendidas; sí, las hay.
Hay mucho que hacer, por Dios.
Mientras escribía este texto esta mañana de sábado, escuchaba esta música de Mozart, que te dejo: